martes, 30 de noviembre de 2010

RECOMENDACIONES DE ESTILO PARA LA REDACCION


Llamamos ESTILO a cada una de las diferentes opciones que una lengua nos ofrece para la expresión de las ideas. En efecto, en una lengua tan extendida y de tan larga tradición de escritura como el español, un mismo contenido básico puede expresarse de muy diversas maneras, o mejor dicho, en muy diversos estilos.
También llamamos estilo, y más específicamente estilo personal, al repertorio de formas que, entre las  opciones que ofrece la lengua, un hablante ha escogido y ha hecho características de su expresión particular.
Una primera clasificación puede asimilar los estilos a los niveles de lenguaje: culto y popular, formal e informal. Respecto de la formalidad, es posible distinguir los niveles con mayor precisión:
· Solemne Mayor formalidad / menor informalidad
· Formal
· Familiar
· Íntimo Menor formalidad / mayor informalidad
Hay estilos diáfanos (de expresión clara y comprensión fácil), y estilos oscuros (de expresión confusa
y difíciles de interpretar). Asimismo, hay estilos macrológicos (con tendencia a los enunciados largos y
complejos) y estilos braquilógicos (con tendencia a las frases cortas o a las expresiones elípticas).
Existen además estilos modernos (como el de la redacción periodística) y estilos anticuados (como el
lenguaje legal).
Finalmente (solo para dar por concluida esta clasificación, que podría extenderse mucho más),
mencionaremos que hay estilos “correctos” (ajustados a las normas de la lengua culta), y estilos “incorrectos”
(no ajustados a esas normas).
Si no tenemos mucha experiencia en la composición de textos o si percibimos dificultades en el modo
en que nos expresamos, nuestra meta ha de ser lograr, al menos en nuestra escritura, un estilo normal correcto
medio, es decir, un estilo que reúna las siguientes cualidades:
· Claridad: Entendemos aquí por claridad una construcción tal de las frases y oraciones, que permita identificar sin dificultad los sujetos, los predicados, los complementos y las relaciones entre ellos.
· Precisión: Es la expresión de cada idea con la palabra exacta y más conveniente. No emplee la palabra bueno en la frase un libro bueno si puede usar otra más precisa: interesante, entretenido, instructivo. En vez de ver un asunto prefiera examinarlo.
· Propiedad: Es el empleo de una palabra con el significado que le corresponde según la tradición culta
o la autoridad. Detentar un cargo no es desempeñarlo, americanos no son solamente los estadounidenses. Por tanto, evítense las transgresiones semánticas.
· Corrección: Es la adecuación de los enunciados a lo que se tiene por correcto según la norma culta
de la lengua general o estándar, con relación tanto al léxico como a la sintaxis. Evite, pues, los errores gramaticales.
· Coherencia: Es la unidad de sentido del texto, constituida por la relación apropiada entre los sentidos parciales de cada oración y los de cada párrafo. En consecuencia, a menos que se avise convenientemente al lector del cambio de tema, respetando el encadenamiento lógico entre las ideas y los hechos (aunque sean ficticios), no puede tratarse en un mismo texto las especulaciones metafísicas de Aristóteles y pasarse abruptamente a discutir los resultados de un partido de fútbol.
· Trabazón o cohesión: Es el enlazamiento formal adecuado de una palabra con otra, de modo que los enunciados no parezcan entrecortados, truncados o desligados. Por lo tanto, úsense apropiadamente los medios de cohesión textual y los signos de puntuación, y evítense los anacolutos.
Francisco Morales Ardaya APUNTES PARA LA REDACCIÓN
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· Medianía o naturalidad: Es decir, el justo medio entre las tendencias extremas: ni tan diáfano que
llegue a la perogrullada, ni tan oscuro que sea incomprensible; ni tan formal que parezca afectado, ni
tan informal que llegue a la vulgaridad; ni tan macrológico que la expresión resulte enrevesada y
vacía, ni tan braquilógico que omita lo indispensable para el sentido; ni tan “a la moda” que esté
plagado de neologismos, ni tan “arcaico” que parezca de una época anterior.
· Adecuación al contexto: Es la adecuación del discurso al destinatario real o potencial, y a las circunstancias. No escriba una carta al rector como si estuviera escribiendo a un amigo íntimo, o viceversa; no refiera una anécdota graciosa como si estuviera exponiendo un asunto grave, o viceversa (a menos, claro está, que se busque deliberadamente el efecto gracioso que aquello puede producir).
Habiendo aprendido a emplear un estilo correcto medio, podremos entonces dar rienda suelta a nuestra expresión particular, a nuestro estilo personal. Podremos también seguir conscientemente nuestras tendencias estilísticas, aunque se aparten del justo medio recomendable, o incluso —si tenemos la habilidad
y los conocimientos para ser audaces— de la corrección normativa.
No obstante los muy variados modos de expresión de los que puede disponer una lengua ampliamente extendida y de larga tradición escrita, el español, como cualquier otro idioma, tiene tendencias o preferencias estilísticas que es conveniente conocer y, en la medida de lo posible, respetar, a fin de que los enunciados no parezcan inusitados, exóticos o inadecuados. Así pues, de tales tendencias pueden derivarse recomendaciones de estilo para la expresión individual, y en el caso que nos atañe, para la redacción.
Ofrecemos a continuación las principales tendencias estilísticas de la lengua española con las respectivas recomendaciones para la redacción.

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